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Por: Alessandra Verme
Foto: Julia

CRÓNICA "MAMÁ CANGURO"

En un país con múltiples diferencias en sus ciudadanos tanto físicas como culturales y sociales como el Perú, no es de extrañar que situaciones ajenas a nuestra zona de confort nos saquen de contexto. Era el tercer periodo del horario habitual en la primaria a la que

Manuel, un niño con habilidades especiales y diferentes, tal como lo habían diagnosticado desde nacimiento, asistía desde el kínder.

Julia, la tía da aquel niño especial de once años, se había visto forzada a lidiar con muchísimas respuestas negativas y discriminatorias en entrevistas para el ingreso del menor. Siempre recibía la misma respuesta de todas las instituciones: “No contamos con los docentes y los métodos adecuados para una buena educación para el niño”. Aquella frase, que la había oído tantas veces ya era un himno que escuchaba casi al final de cada una de las entrevistas en los posibles colegios del pequeño, que por supuesto al final del día solo terminaban en un: “en unos días tendremos los resultados y los llamaremos”. Que religiosamente se convertían en una palabra en rojo en cada uno de los formularios con la frase: “NO APTO”.

Era frustrante el no poder hacer más de lo que a una madre le gustaría poder alcanzar por su hijo – dice Julia mientras apoya los codos contra la mesa recordando aquellos momentos que la llenaron de impotencia.


A pesar de no ser la madre biológica de Manuel, la mujer de unos casi cuarenta y cinco años había aceptado la responsabilidad poco después de que la madre del niño muriera. Manuel no había nacido hijo único. Pero al terminar las vacaciones de navidad del 2016, regresando de Huaraz con su esposo y sus otros dos hijos, la familia tuvo un accidente el cual terminó en todo menos en un recuerdo agradable.


Fue la policía la que le anunciaba a los medios de comunicación el fallecimiento de Ana Rosa de cuarenta y siete años, Brunella de ocho y Santiago de cuatro. Miguel, el padre, por otro lado, había resultado victima de algunas graves lesiones, pero junto con su hijo de nueve años fueron los únicos que con ayuda de dos ambulancias y dos patrullas pudieron salir de los restos destrozados de la camioneta 4x4 en la que viajaban de regreso a Lima para pasar la navidad con su familia.


Al ver las noticias en a televisión, el resto de la familia no podía creer lo sucedido luego de apenas unas semanas haber celebrado una de las muchas juntas familiares que celebraban cada quincena de mes.


Es muy complicado lidiar con una situación como esa. No habían pasado más de una semana y un par de días cuando nos enteramos de la noticia en la llamada de Miguel. Te hablaba con una voz que parecía que seguía totalmente inconsciente. Pero se notaba que seguía en shock por lo de la muerte de su esposa. La voz se le entrecortaba mientras que me daba la noticia y después sentí como si todo el dolor que había estado llevando desde que se llegó al hospital me lo pasaba a mí. Honestamente no recuerdo mucho del momento, porque fue muy rápido, pero nada jamás me había dolido tanto en toda mi vida como ese día – afirma Julia bastante trastocada, la hermana de Ana Rosa.

Luego de ese accidente ella, quien hasta ese momento no mantenía ningún tipo de relación sentimental ni compromiso ni mucho menos contaba con una familia, prometió que iba a hacerse cargo de Manuel. Y es que no, no solo lo hacía por amor a su sobrino, sino porque otra noticia que llegaría unos días después terminaría de destrozarla por completo. Miguel había pedido renunciar a la custodia de Manuel, su único hijo quien, por lo que todos llaman un milagro, pues mayormente su familia es ortodoxamente católica, salió ileso del accidente.

Muchas personas habrían reaccionado de muchas formas, atacar por ira, por rencor o por impotencia, por ejemplo, hubiera sido lo más común. Pero Julia, quien no se considera ninguna santa al haberlo hecho distinto, es una de las pocas personas que supo recibir la custodia de su sobrino como un regalo.


Claro que lo quise denunciar – afirma la mujer soltando un grito en su afirmación – hacer cosas como esas es de cobardes. Nunca dijo porqué, solo se limitaba a decir que tenía sus razones y que quería lo mejor para su hijo. Pero no me constaba. Empezó diciendo que iba a Estados unidos en búsqueda de un trabajo en donde consiguiera mejor sueldo. Según el, hasta que consiguiera un trabajo y una casa porque en Lima no le quedaba nada más. Pero ya era obvio que quería largarse y dejarle el paquete a otro.


La mujer con mucho rencor lo que recuerda de ese día. Había pasado un año y cada una de las palabras del hombre habían sido grabadas en su mente sin olvidar detalle alguno. Luego de un año y medio de no volver a recibir llamada alguna o señal de vida de quien se había hecho llamar padre de Manuel, Julia se convenció de que no había nada que su, ahora hijo, pudiera esperar de un padre quien sin dudarlo le dio la espalda. Así fue como al poco tiempo decidió que ella sería quien cuidase del menor. Convirtiéndose en su madre adoptiva sin esperar más tiempo en realizar cada uno de
los procesos legales.

Una de las condiciones que recibió Julia en cuanto le concedieron la custodia de Manuel, por su condición medica, el ya conocido Síndrome de Down, fue que llevara al niño a una psicóloga en terapias donde lo ayudaran a entender todo el proceso de cambio que había ocurrido en su entorno familiar durante los últimos dos años. Él se da cuenta de todo – afirma la madre adoptiva – es un niño muy inteligente como todos los que tienen la misma condición. A veces las personas piensas que como tienen “retraso” – gesticula con los dedos y pronuncia esta ultima en forma de imitación a como otras personas lo decían mientras le hablaban – son menos capaces de hacer o entender cualquier cosa, pero se equivocan. Creo que con el tiempo me he dado cuenta de que es como si Manuelito tuviera como un sentido más, que otros niños no tienen. Además de que todo lo demuestra con felicidad y con cariño. Muchísimo.


Pero a pesar de su optimismo, Julia confiesa que fue un duro proceso de adaptación, tanto para Manuel como para ella. Y por supuesto era de esperarse los cambios. Apenas se autorizó la potestad de la custodia Julia se convenció a si misma sobre la necesidad de un espacio mas grande que su departamento en el cual había pasado más de cinco años. Su nuevo hijo necesitaba un espacio de recreación más grande tal como le habían sugerido muchos miembros de su familia y especialistas a los que consultaba en las revisiones medicas del niño. Manuel, además, pasó de un colegio especializado en su diagnóstico a uno corriente en el que tuvo que respaldarse de recomendaciones y de amigos con contactos para que finalmente dejaran que ingresara a un colegio para niños con problemas de atención y concentración. Ya que al que asistía le ofrecía muy pocas horas de cuidado por un precio bastante fuera del presupuesto.

La cambió bastante. Ella siempre hablaba de lo mucho que le gustaría tener un hijito algún día. Pero luego decía que no estaba en el momento. Que quería esperar un buen momento para formar una familia – cuenta Silvia, su madre – Al final Manuel le llegó de sorpresa, pero desde el primer momento se le metió en la cabeza que quería hacerlo. No solo por él sino por su hermana – termina diciendo la señora con los ojos algo cristalinos y con una sonrisa de orgullo al hablar sobre sus hijas.


Sí, bueno los cambios si lo vi venir – Julia está sentada junto a Manuel en una alfombra de felpudo mientras el niño mira un video en su celular – por ejemplo, lo más difícil fue cambiar el horario de trabajo que tenía en la oficina y contratar a una persona que viviera cama adentro en mi departamento para que me ayudase a cuidar a Manuel las horas que yo salía al trabajo. Al inicio dude si era mejor comenzar a trabajar en casa, pero estaba convencida de que a pesar de que él es un niño diferente tampoco había porque alterar un estilo de vida tan radicalmente cuando realmente no era tan necesario.


Todos los cambios son para bien, o eso es lo que dice la mayoría, y en el caso de Manuel se reflejo rápidamente. Su nivel de sociabilidad mejoró puesto que el que se relacionara con otros niños le permitió entender una mejor forma de comportarse y no encerrarse en si mismo a la magnitud que solía hacerlo. Los cambios en su entorno como espacios en exteriores y más libertad en cuanto a las terapias que recibía en comparación a las otras ayudaron a su estado de ánimo y poco a poco han tratado de explicarle todo lo que ha vivido, de forma semi ausente, durante los últimos dos años. Sus terapeutas afirmaban una notable mejora y estaban asombrados ante la rapidez y la docilidad con la que Manuel reaccionó a los cambios.


Lo que sucede es que cuando las cosas se hacen con amor y entregándose al cien por cien la mayoría de las veces funcionan. Manuel ha sido un punto de inflexión muy fuerte en mi vida, pero me siento feliz de que niño que pide tan poco pero que en cambio te transmite demasiado este como esté, porque alguien que lo ama cuidó de él.

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